NIEBLA EN LA HOYA

Una nueva jornada compartida con los mismos amigos del día de los Aguarales. Esta vez el lugar o lugares elegidos están ubicados a caballo entre la Hoya de Huesca y el Parque Natural de Guara. Todo esto motivado por la niebla que estos días invade la hoya y que sopechábamos que subiendo un poco podríamos posicionarnos por encima de ella y conseguir alguna foto interesante.

Por la mañana elegimos ir al Salto de Roldán, garganta jalonada por dos mallos, la Peña San Miguel y la Peña Amán, sobre el río Flumén. Encima de la Peña San Miguel se encuentra una edificación, que según he leído son los restos de un torreón defensivo.

Al pasar Sabayés ya disfrutamos de un sol radiante que contrastaba con el mar de nubes que se extendía por la Hoya de Huesca. Aún andamos un Km por la pista que lleva al embalse de Belsué, hasta un mirador en el que Paco logró fotografiar un quebrantahuesos, además de algún que otro buitre ya que cerca de allí existe un muladar y en los mallos citados hay una gran colonia de buitres además de otras aves. El lejano Moncayo se veía claramente sobre el mar de nubes. Bueno, en este lugar estuvimos hasta la hora de comer, para lo cual nos dirigimos a Huesca, ciudad, para por la tarde acudir a otro lugar.

Después de dar buena cuenta de la comida, y viendo que nuestro objetivo principal, el Castillo de Montearagón, no se veía a causa de la espesa niebla, decidimos dirigirnos hacia el embalse de Vadiello. Al llegar a la altura de Santa Eulalia la Mayor decidimos cambiar el embalse por este pueblo. Y aquí nos quedamos toda la tarde hasta que nos quedamos sin sol. Porque al sobrepasar el pueblo volvimos a ver el sol por encima del mar de nubes y nada más llegar logramos ver un curioso efecto luminoso que se llama efecto Brocken. Paco, que va siempre con la cámara colgada al cuello logró fotografiarlo estupendamente. A mí todavía me dio tiempo a pillarlo poco antes de desaparecer definitivamente. La niebla empezó a subir y nos dio bastante juego fotográfico, sobre todo camino de la Torre que hay en un promontorio, encima del pueblo, lugar en el que estuvimos hasta que el frío viento que hacía subir la niebla hizo que lo abandonásemos rápidamente. Aún nos dio tiempo a fotografiar las últimas luces sobre la niebla, para ya dirigirnos de vuelta a Zaragoza.

Otra estupenda jornada, compartida con los amigos Paco y Jesús, y mi hijo Israel, que poco a poco va desentrañando los entresijos de su Sony A7.