Estoy, mejor dicho estaba, en uno de esos momentos en los que no encontraba la motivación para salir con la cámara al hombro. Esos momentos en que nada te atrae lo suficiente para ir a fotografiarlo. Parece que la cosa está cambiando con las primeras florecillas del año. También tienen algo de culpa de que me empiece a picar el gusanillo el ver las estupendas fotos que mis camaradas van colgando en Facebook. Así que estas dos últimas semanas he cogido la cámara y el macro y he vuelto a disfrutar de sensaciones que tenía casi olvidadas.
Una de las florecillas a las que le tenía ganas de pillarla medianamente bien, esto es, abierta, es la flor del rusco (Ruscus aculeatus). El rusco es un pequeño arbusto siempre verde y al que le salen unas bayas rojas en mitad de las falsas hojas (digo lo de falsas porque las verdaderas son diminutas, se pierden enseguida y que pasan totalmente desapercibidas). En el mismo lugar, en mitad de las falsas hojas más o menos, salen las diminutas florecillas, todavía más diminutas cuando están cerradas, que es como habitualmente las encuentro. El otro día conseguí ver que había dos que estaban casi abiertas y aproveché para montar el macro y los anillos de extensión. Luego me lleve la ramita en donde estaban las dos flores abiertas para ver su evolución en invernadero (en casa). Cual fue mi sorpresa al comprobar que cuando más abiertas las encontré fue por la mañana temprano. Supuse que se abrían a la sombra porque las saqué al sol y se cerraron totalmente. De todas maneras si queréis saber más del rusco podéis ir a la wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Ruscus_aculeatus).
Otra de las flores que habitualmente fotografío todos los años es el Narcissus jacetanus, el primero que sale por el Valle de Hecho. Este año lo he visto más abundante que otras veces en lugares bien altos (Guarrinza, Lizara). Este amarillo narciso de ondulada corona lo suelo fotografiar en prados, bien en tallos solitarios como juntos formando pequeños grupos de media docena. Para los que les gusta tirar de taxón diré que pertenece a la familia de las amarillidáceas.
Andando por esos caminos entre pinos es fácil encontrarse con su parásito más común, el muérdago (Viscum album). Fácil de ver por sus bayas blancas, el año pasado o al otro tuve la fortuna de compartir una jornada con mi buen amigo Manuel Bernal, y me hizo prestar atención también a las flores, que por su pequeño tamaño también suelen pasar desapercibidas y que no podemos dejar pasar la ocasión aquellos a los que nos gusta la fotografía macro.
Al lado de los matorrales del rusco suelo encontrar otra pequeña planta, Daphne laureola, Ahora está floreciendo, así que también aproveché para forzar el macro con los anillos de extensión. Sus flores son también muy pequeñas, y también de color amarillo. Esta planta pertenece a la familia Thymelaeaceae.
Cerca de los narcisos encontré cuatro plantas de Tussilago farfara (familia Asteraceae), flor que siempre me parece muy fotogénica por su escamoso tallo y sus doradas inflorescencias. Como era de esperar no deje pasar la ocasión sin hacer unas cuantas foticos, no muchas, porque la tengo muy fotografiada.
Dejo para el último lugar una de las flores con cierto atractivo entre los fotógrafos de naturaleza, por su belleza y por ser de las primeras en aparecer incluso a través de la nieve. La suelo encontrar en hayedos. Es el Galanthus nivalis o campanita de invierno (familia Amaryllidaceae). Años atrás me llevé algún bulbo y lo planté delante de mi bungalow, floreciendo todos los años. Sin embargo esta vez fuimos (Israel y yo) con unos amigos a un hayedo cercano en el Valle de Aísa. Ya habíamos estado allí una semana atrás y aunque hicimos alguna foto como pudimos a causa de la lluvia, estaban la mayoría cerrados. Esta vez si que estaban abiertos y nos hizo un día estupendo, un poco ventoso pero que con un poco de paciencia logramos realizar una buena sesión fotográfica.
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